Teleportación, identidad y ética.

 



Teleportación, identidad y ética.

 

Vamos a empezar con un experimento mental, un planteamiento ficticio y  lo relacionaremos brevemente  con la postura de Derek Parfit, quien afirma que la identidad no es lo que importa, lo que importa, según el autor es que las personas cumplan funciones que son necesarias, en otras palabras: lo importante es cómo actuamos. Cabe aclarar que no se realizó ninguna investigación para este escrito y que se basó en los poco que se comentó en el episodio número 295 de “creativo”, podcast dirigido por Roberto Martinez “Roberto Mtz” y en el cual participaron Diego Ruzzarin, Mateus Ruzzarin y Javier Santaolalla. De igual manera, no está de más decir que la finalidad del texto es mostrar cómo a partir de la escritura creativa pueden tomarse y expresarse posturas críticas frente cualquier situación convirtiendo una mera pregunta en todo un universo reflexivo. ¡Al juego!

Vamos a imaginar que hay un sujeto llamado Pepe a quien se le asigna la misión de ir a Marte para tomar una muestra de un mineral encontrado. Debe además hacer algunas pruebas en la atmósfera del planeta rojo debido a que en otras ocasiones en cuanto el mineral sale de este espacio se altera notoriamente y si bien con el mineral en tal estado se puede investigar, se considera ineludible comprender su comportamiento en su espacio natural. Por fortuna para Pepe no deberá viajar en una base espacial durante años sino que será teleportado, es decir: la información que conforma a Pepe será tomada en un puerto ubicado en la tierra y será descargada en otro ubicado cerca de la zona de recolección.  Según los científicos que trabajan en el campo de la física cuántica este proceso no es como copiar y pegar, sino más bien cortar y pegar. La información se destruye en el punto A para reaparecer, reconstruida, en el  punto B.  Teniendo todo esto claro vamos a suponer que el proceso fue un éxito, Pepe regresó ileso tras haber hecho las muestras y le dieron algunos días libre para estar con su familia (esto es algo mucho más lejano en realidad que la teleportación de cuerpos complejos). En uno de esos días Pepe y sus esposa Juana deciden invitar a cenar a un amigo, algo tranquilo. En medio del encuentro este amigo le pregunta a Juana ¿Cómo sabes que es el mismo Pepe? ¿Tienes claro todo el tema de la teleportación? ¿Sabes que el Pepe que salió ese día a trabajar fue destruido, luego hicieron uno en Marte, también lo destruyeron e hicieron otro más que es el que tenemos acá? Juana le responde que en realidad no se había detenido a pensarlo pero que todo ha sido exactamente igual desde su regreso, a lo que este amigo inquiere “¿Segura? ¿No has notado algunos cambios?”. En ese momento Juana empieza a recordar que durante la semana anterior Pepe pidió menos comida de lo habitual, también que la noche anterior tardó uno minutos más de lo normal dando el paseo a los perros y que esa mañana no le había preguntado por la hora del almuerzo, como siempre lo hacía cuando estaba en casa…”¡No es Pepe!” le dijo su razonamiento lógico-deductivo; había un patrón. Si bien no podía estar segura de que no fuese Pepe, tampoco se sentía plenamente convencida de que lo fuera.

De esta situación se desprenden algunos elementos que podrían ayudarnos a responder a la pregunta sobre la identidad del sujeto llamado Pepe que ahora se encuentra frente a Juana. Lo primero que cabe preguntarnos ¿Cuál es la pregunta correcta? No es lo mismo cuestionarse si este que vemos es Pepe o si es “el mismo Pepe”. La primera forma de preguntar nos remite de facto a una pregunta por el ser, ese sujeto particular con una historia de vida específica que lo ubica como  esposo de Juana, encargado de pruebas minerales en otros planetas y dueño de dos perros. Podríamos en cambio hablar de Pepe como un sujeto indeterminado pero con unas características concretas, algo así como un Pepe que se mira a partir de una ontología enfocada en los objetos. En este caso, para determinar si es o no el mismo Pepe habría que realizar una sumatoria de características. La dificultad con esta forma de ver las cosas es que pudiera haber más de un sujeto con ellas y sobre todo, en este caso, que se trata justamente de un copiado de información a nivel general. Por otra parte, si le damos la oportunidad a una ontología enfocada en los procesos podríamos decir que, efectivamente, no se trata del mismo Pepe, porque Pepe no es el mismo de ayer, ni de hace cinco o diez años porque Pepe se va transformando a  partir de la experiencia ordinaria. Sabemos, sin embargo, que esta claridad no alcanza a resolver la duda porque lo que nos compete es saber si se trata o no del mismo Pepe con el que Juana se casó tiempo atrás para lo cual se requiere definirlo a partir de características y categorías concretas porque la respuesta de “igual no sería el mismo Pepe” no podría resultar satisfactoria a una persona que acaba de comprender que su pareja fue destruida dos veces antes de regresar a casa. Pero ¿bastaría con que cumpliera cierto número de condiciones para que Juana se sintiera convencida? ¿Tendría Juana registros detallados de las condiciones de Pepe antes de la misión siendo esta la referencia más cercana a la realidad presente?

Antes de poder responder a La Gran Pregunta (LGP)  intentaremos responder  a la inquietud en torno al uso correcto del lenguaje. Recordemos la duda que nos convoca ¿La pregunta correcta sería si es  Pepe o si es el mismo Pepe? Pero ahora nos vemos ante otra disyuntiva porque si bien unas líneas antes abordamos las dificultades respecto a la observación de un sujeto mirado como objeto con características determinadas que pueden tener más sujetos, o bien, como un sujeto único pero mutable a partir de la experiencia, no menos embrollo implica definir qué es Pepe como categoría única ¿Quién con lo leído podría decir qué es Pepe? Vamos por partes.

A mi modo de ver, la  pregunta más adecuada sería si es o no Pepe y la considero más adecuada porque es la que menos complicaciones genera. Recordemos que la misión de Pepe era realizar pruebas con algunos minerales hallados en el planeta vecino dentro de su ambiente nativo puesto que se veían notorias alteraciones una vez eran extraídos de su atmósfera. Sabemos que Pepe cumplió dicha misión sin inconvenientes. Bajo la perspectiva de Parfit no importa en realidad definir qué es Pepe sino que cumpla su función, que se comporte según lo esperado y necesario. En ese mismo sentido, Juana podría sentirse tranquila si comprendiendo que  Pepe sigue realizando las tareas y cumpliendo las funciones que normalmente cumplía, y además, pensándolo bien, aunque ha  tenido algunos cambios en la gran mayoría de cosas sigue siendo igual. ¡Ah, que tontería! No era para tanto. La reunión termina, el amigo se despide y se preparan para seguir descansando. Pero hay algo que no acaba de convencerles, la duda se ha sembrado tanto en Juana como en Pepe ¿Soy Pepe? Se pregunta nuestro personaje ¿es mi Pepe? Se pregunta Juana…llega la noche y van a dormir con todo este enredo en la cabeza.

Ha llegado el momento de abstraernos de la situación narrada para pasar a comprender con mayor detenimiento las implicaciones de la misma para seguir avanzando en pos de la respuesta inicial, algo por lo demás sumamente difícil para los personajes ya que se encuentran sumidos tanto racional como afectivamente en este drama. Bien. Cada una de las perspectivas mencionadas anteriormente tiene sus propias barreras. Si buscáramos definir a Pepe como un sujeto o entidad con características concretas habría que suponer entonces que el Ser son las características que le componen pero entonces estas deben ser medidas con extremo rigor, al menos cuando se trata de distintas especies. La experiencia humana, por su parte, ha demostrado que el ser radicales en este sentido ha conllevado a comportamientos de discriminación y segregación bastante nocivos para quienes en algún contexto no encajan dentro de la idea de Ser Humano, por ejemplo. Por fortuna, con el paso de los años y en medio de muchas discusiones la idea de Ser Humano se ha diversificado y lo sigue haciendo, lo suficiente para que cada tanto debamos enfrentarnos a nuevos dilemas de orden ético, político, económico y educativo. Así pues, sería necesario que tanto Pepe como Juana tomasen una posición clara frente a lo que es ser humano antes de poder definir qué es Pepe para poder finalmente determinar si el que ha regresado de misión es o no es Pepe.  Por desgracia, junto a la definición de Ser humano se hace necesaria la definición del concepto de identidad, de otro modo, Juana podría aceptar como Pepe a cualquier que cumpla con las características de ser humano. Para evitarnos todavía más problemas en esta diatriba lingüística, procuraremos no dejar caer al concepto de identidad en el pozo sin fondo que es la idea de cultura por más hermanados que se encuentren –ya se ha roto mejores familias-.Diremos entonces que la identidad es algo conformado por el conjunto de características que le permiten a un sujeto ser reconocido y al mismo tiempo diferenciado dentro de un grupo y en un contexto determinado. No hay que dejar pasar por alto que en lugar de decir “es el conjunto conformado” indico “es algo conformado por el conjunto” y esto se debe, no está demás reiteralo aquí, a que las características por sí mismas no son suficiente para dar con la identidad de un individuo particular a menos que se le relacione con tal o cual categoría ¿O acaso podría alguno de ustedes decirse y definirse meramente a partir de características? No digo que no sea posible, pero con seguridad que esas características tienden a ser abstractas y subjetivas.  Podría decirse, por ejemplo, que Pepe, quien cumple con todas las características de Ser humano, y además, tiene suficientes elementos que le permiten a sí mismo, y a los otros, ser reconocido como Pepe tiene “algo especial”, “algo único”…y no, no estarían delirando ni diciendo sandeces porque eso “único” es la historia personal de Pepe  y las posiciones y orientaciones que esto le da frente a la vida ¿Bastaría entonces con un inventario de recuerdos y posturas para que volviera la tranquilidad al hogar de Juana? Quizá con el tiempo a partir de las nuevas experiencias que se conecten efectivamente con las previas se desdibuje la idea de una suplantación. Lo que diría Parfit aquí es que el cuestionamiento es absurdo –y así lo es, esto es mera gimnasia mental- puesto que bastaría con asumir que la identidad no es lo más importante, asumirlo como un nuevo paradigma para la vida. No tendría porqué estar sufriendo nadie ni haciéndose un lío de estos sólo por la manifestación de una duda cuando todo lo otro sigue igual o casi igual. Lo que no tiene en cuenta Parfit es el poder de la duda sobre la psique y el comportamiento humano. No digamos el lenguaje que ya es algo bastante discutido, sino la duda. Es más fácil que aceptemos el cambio de los términos frente a cómo debemos tratar y referir a una persona con vagina y senos que decide usar una colita de dálmata instalada en su trasero a que aceptemos la incertidumbre respecto a cómo definirla, referenciarla y abordarla.  Así las cosas, cabe todavía la posibilidad de que aún con ese inventario no bastase y para que el paradigma del comportamiento por encima de la identidad se imponga faltaría mucho tiempo, y eso sin contar que la forma en que identificamos al otro, la forma en que nos identificamos, y la duda, tienen  gran incidencia sobre el comportamiento.

Volvamos por un momento a aquello de lo que haría único a Pepe y abordemoslo ahora pensando en Pepe como potencia de Ser, un Pepe en potencia, podríamos incluso pensar en una dialéctica de Pepe, si se quiere. Así como se dijo arriba que Pepe no era el mismo del día anterior ni de hace algunos años tampoco sabían hace cinco años o hace seis meses qué sería de Pepe en la actualidad. Podría ser incluso que Pepe decidiera  hacer una serie amplia de cambios o se viera sometido a ellos y tras haberlos transitado se encontrara con la muy común expresión “estás irreconocible” “pareces otro” e incluso “eres otro” ¿Por qué podemos aceptar  con facilidad esa forma de transformación de la identidad pero no la que se nos presenta en el relato? La respuesta es simple: lo que le interesa realmente a las personas es el por qué y/o el cómo de ese cambio. Sin Pepe decidiera hacer más ejercicio y comer menos (como aconteció) ella podría empezar a cuestionar las motivaciones de sus esposo e igualmente caer en una serie de dudas, proporcionales a la situación según la salud mental de Juana, claro está. El tema es que por más que Pepe vaya al gimnasio o deje de comer de más estos son procesos observables, por lo menos para Juana que lo ve a diario. En cambio eso de haber sido eliminado, rehecho, borrado de nuevo y otra vez creado, parece mucho para asimilar así nada más. Me permitiré un pequeño paréntesis para decir que gran parte desde problema se resolvería si en lugar de decir “se elimina la información” se dijera “se almacena”, y en vez de decir “se hace o se crea”  se dijese “se descarga”  porque entonces al menos Juana tendría certeza de que su esposo sencillamente se fue movido de un lugar a otro; no importa que igual sea una frivolidad tecnológica, en ese planteamiento se establece que esa información que es Pepe va de un lado a otro. Por último, y para que no se pierdan las cosas en el desvío, si aceptamos  que lo que hace único a Pepe es su experiencia y aceptamos igualmente que la experiencia cambia a los sujetos que la viven ¿Por qué está obligado Pepe a validarse como Pepe? Esta pregunta nos da paso a otro camino interesante ¿Qué pasaría si en medio del dilema Pepe renunciara a ser Pepe y decidiera ser otro Pepe, otro Ser Humano u otra cosa? ¿Tendría Pepe esta posibilidad? Téngase en cuenta que más allá del dilema aquí tratado no hay nada que el impida a nadie tomar estas decisiones salvo las consecuencias y las resistencias del entorno (como que la gente igual le reconozca y refiera como Pepe) pero si él está en disposición y capacidad de asumirlas no habrá nada que se lo impida ¿Es claro? Aquí lo que hace más compleja las cosas es el matiz que nos brinda todo lo de la teleportación.  El chiste sigue siendo más o menos el mismo si nos planteamos el hipotético caso de que Juana decida demandar a la empresa por haber eliminado a su esposo ¿Existe jurisprudencia para eso? Digamos que podría conducirse todo por medio de una cláusula contractual en la que hubieran considerado previamente que no se hacían cargo por dilemas existenciales del empleado ni sus allegados. De no ser así y si no hubiera una ley para teleportaciones (que si la hay la desconozco) sería una tarea compleja resolver lo hablado hasta aquí, y un poco más, para los abogados y jueces involucrados. Si no es por la vía filosófica tendrían que hacerse  peritajes psicológicos y pruebas de todo tipo para poder tomar una decisión con bases sólidas. Podría ser también que ante la duda, Juana decidiera abandonar a Pepe. No habría muchos líos repartiendo bienes ya que Pepe podría simplemente firmar documentos como Pepe y estaría hecho ¿pero y si Juana decide que por no ser Pepe no tendría derecho a nada de lo que pertenece a Pepe? Además, si aceptase que él firmara lo estaría aceptando cómo Pepe. Hemos llegado al campo de la ética.

Tratemos de avanzar ahora dando lugar a una dialéctica de Pepe, una “pepelectica”. Habremos de convencernos de que ese Pepe en potencia invocado antes manifiesta dicha potencia a partir de las experiencias que tiene. La experiencia Pepe de ayer se junta con la experiencia Pepe hoy y tendremos al Pepe del mañana, el cual pasará a ser el Pepe del ayer. El problema con esta pepeléctica es que contempla sólo aquello que es tangible, teorizable, palpable ¿Y no somos más qué eso? ¿Acaso no le queda a este Sujeto Pepe, con suficientes elementos para ser considerado Ser Humano, e incluso, con suficientes características para ser reconocido no sólo como un Pepe cualquiera con muchas condiciones que pueden albergarse en cualquier Pepe, sino como el único Pepe de este ejercicio narrativo -¡nuestro Pepe!- el ser determinado por su comportamiento y lo que la ciencia puede decir de él? Le queda nada más y nada menos que hacerse cargo de cuanto le acontezca como sujeto enmarcado en un contexto y cuanto esté a su alcance como individuo ¿Bajo qué términos y consideraciones tomará decisiones Pepe ahora que tiene en su interior la duda de Ser o no ser? ¿Qué es el ser? Es una pregunta importantísima que dejamos de lado en este escrito y que lleva respondiéndose [RESPONDIENDOSE] muchísimo tiempo, el suficiente para entender que no es posible llegar a una definición fija y que gracias a esto podemos ir evolucionando en ese sentido –pocas veces mejor dicho- y lo seguiremos haciendo. Ya vamos resolviendo el asunto ¿me siguen? Pero ya estarán pensando que, aunque nosotros estemos más convencidos de que un montón de ideas, no podremos decir todavía si se trata o no de Pepe al observar al sujeto que hace unos días llegó del trabajo habiendo aparecido ese mismo  día en un portal con información que se había destruido en este mismo puerto antes y que luego apareció en marte para ser una vez más destruida.  Aprovecho para decir que es una obviedad que si usan la misma información podría afirmarse que se copia y se pega, pero no, partimos de la idea de que se crean estos conjuntos de información y que, aunque tengan exactamente la misma información, cada cuál es único. Para entenderlo baste pensar en que aunque de un tipo de zapato saquen una serie de diez mil, cada uno es por sí mismo un zapato único en tanto no es lo otros aunque sea igual ¿está claro?

Bien, volvamos a LGP. Pepe podría sencillamente decidir que está de acuerdo con todo lo que le corresponde en razón a la identificación que tiene de él mismo y que tienen los demás de él como Pepe. Ya para este punto se habrá comprendido que cuando salimos de la teoría y pasamos a la experiencia cotidiana no es tan simple separar una dicha ontología enfocada en el objeto de una enfocada en los procesos.  De igual modo, no está de más recordar que tanto estas categorías como cualquier otra son lo que hacen la ciencia, la filosofía y cualquier otra manifestación del pensamiento para comprender la realidad que acontece de manera simultánea. Verlo de otro modo resulta tan impertinente como negar que de la caída accidental de un edificio, por ejemplo, podrían realizare lecturas de orden social, psicológico, político, económico, religioso, arquitectónico, legal, biológico, etc. Parece obvio pero es un principio que al parecer olvidan muchas personas al hablar desde un lugar y saber determinado.  Pero no nos vayamos por las ramas. Como les decía, el asunto es que Pepe bien podría aceptar lo que se supone qué es, pero ha sido por cuenta de la duda que la humanidad ha logrado avanzar siempre y ahora Pepe la posibilidad de ser Pepe o no serlo y esto implica, como hemos visto, más que cualquier otra cosa, hacerse cargo de las circunstancias de Pepe, como diría Ortega y Gasset, como diría también Pascal. La importancia de hablar de ética es que la ética se define en gran medida por convención. De ahí que hoy día tengamos una ética para cada cosa. Para poder ser convención es necesario que un porcentaje significativo de la población lo acepte y para que la discusión se del fenómeno debe representar también un porcentaje significativo ¿Cambiaría el paradigma  del ser para que pudiera Pepe dejar de ser Pepe teniendo en cuenta todas las implicaciones éticas que esto conlleva? Quizá si Pepe fuera lo suficientemente influyente o si de repente encuentra que hay muchas personas que pasan por lo mismo, aunque dudo mucho que fuera posible ¿Por qué? Imaginen que de un momento a otro las personas pueden renunciar a ser, pueden dejar de hacerse cargo de su circunstancia. Entonces cualquiera podría decidir dejar de pagar sus deudas, abandonar a su familia o llegar siendo otra persona (u otra cosa, imaginen a una madre que una mañana se despierta para ser una cortina o la tortuga que vive bajo el lavadero). Es decir, esas cosas pasan claro, pero se consideran trastornos o alteraciones y en el caso del abandono y la elusión de cuentas sí que pasa pero tiene también unas consecuencias aunque no todos los sujetos que lo hacen las asuman. El cuento es que ahora quienes deseen hacerlo tendrían un certificado legal que avale su cambio ¿Cómo sería el proceso legal para dejar de ser? Sería casi como una liberación total del suicidio o la muerte asistida. Una de las razones para no hacerlo es que las personas podrían usarlo de manera irresponsable generando muchas inestabilidad y la inestabilidad es la principal enemiga del Estado por lo que, en definitiva, no es para nada viable que se legislen normas que faciliten dejar de ser, sigue quedando en manos de la ilegalidad y la enfermedad mental…o el teatro.

Así las cosas, aunque desde la ontología, la lingüística y la dialéctica  Pepe estaría en el dilema de ser o no ser, estaría obligado a ser por el Estado. Aunque a Juana y a Pepe les cueste aceptarlo Pepe nunca tuvo la potestad de determinarse a sí mismo. Podrían divorciarse si así lo quieren, podrían cambiarse nombres, podrían ir a terapia para superarlo o podrían sencillamente obviar y seguir adelante. Si tienen la libertad de tomar esas decisiones y asumir las consecuencias pero ese sujeto que llegó unos días antes de un portal en una base de astronomía, así  como aquel que estuvo en marte, lo mismo que ese otro que fue destruido un día en el trabajo, estarán siempre determinados en relación con el entorno. Finalmente, para cerrar con Parfit a quien por desconocimiento –no tengo problema en admitirlo- no se le dio suficiente visibilidad en el texto, más allá de que importe o no importe la identidad la pregunta es ¿A quién le importa?  y si se quiere ¿Quién determina lo qué es importante para cada quién?

 

Algunas consideraciones leves ( y conclusiones)

-          Ya se dijo pero vale la pena disponerla aquí: el mero hecho de cambiar las palabras “destruir” por almacenar o guardar y “construir” por descargar podrían anular la discusión o abrir otra totalmente distinta enfocada, quizá, en la idea de movimiento. Algo que resultaría pertinente si el foco fuese la teleportación y no la identidad.

 

-          Un amigo comentó que esto también puede convertirse en un dilema moral debido a que ya no se trata de una criatura creada por Dios sino por el hombre. A este amigo respondo con brevedad. La moral no tiene sólo lugar en el dogma cristiano. Además, lo que da vida a este ejercicio son los dilemas prácticas en el actuar de Pepe y Juana, el ser o no creado por una u otra entidad no cambia la interrogante de si eso no es Pepe. Quizá podría darse un debate en torno a que al no ser una criatura de Dios sino del hombre no tiene por qué regirse por tales o cuales normas pero es que esas normas están definidas por el hombre aunque se digan inspiradas por Dios.

 

-          La experiencia de vida acontece, sólo eso. Todo lo que podamos decir de ellas, todas las formas y perspectivas que le apliquemos pueden ayudarnos a comprenderla, a leerla e incluso a intervenir y transformarla, pero en definitiva son sólo otra parte de esa misma experiencia, no son La Experiencia.

 

-          Finalmente, a propósito de “lo que importa” diré que pueden importar muchas cosas pero esas cosas van a ser sacrificadas u omitidas para sostener las cosas que se consideran más importantes para quienes tienen el poder de establecerlo. Diré también que la gran dificultad para que se acepte este planteamiento de que la identidad no es importante radica en que no todas las personas tienen la disposición para volcar su vida a un montón de consideraciones éticas, filosóficas y epistemológicas por lo que al final sería una imposición la única forma de instaurarlo. También está la alienación absoluta, claro. Y ninguna de las dos alternativas es en realidad tan difícil de llevar a cabo como podría pensarse en un primer momento; las condiciones están dadas.


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