El rio y la piedra, de por qué necesitamos el olvido.
Las piedras guardaron silencio. No podían hacer nada en contra de los ríos porque habían encontrado su lugar en los océanos. Me parece cuando menos consecuente, tras haber hablado sobre ancestralidad, proceder con el abordaje del olvido. A la memoria la hemos puesto en una suerte de pedestal, como si fuese faro de un gran propósito espiritual. Pero tanto cuando hablé del proceso de aprendizaje frente a la memoria, como de ancestralidad, he comentado en alguna parte que, durante el olvido de los datos (aunque no en estas palabras) pasan de ser referirnos a un objeto externo y permiten su integración en la experiencia de vida, lo que le da lugar al aprendizaje y a la trascendencia de ese aprendizaje. Esto, por decirlo así, sería como una forma exaltada del olvido en la que ya no se hablará de quién, ni cómo, ni cuándo lo dijo, sino que se actuará bajo el influjo de sus acciones, y tal como ocurre en el fuero interno cuando se instauran en él deter...