Al fin empezamos: en busca del espíritu perdido.
Un principio se ha tallado en una roca toda hecha de arena y seca cal, puesta su morada al pie del viento, ríe el polvo del pobre desdichado que se aferra a su lección y no la siente desgranar. Por medio de este ensayo espero dar cierre - temporal - a un ciclo de reflexiones en torno a las cosas que de forma radical van más allá de nosotros mismos. Hablar de espiritualidad, como manifestación de lo que consideramos El Espíritu, nos confronta directamente con nuestra capacidad de dar sentido a las cosas y de organizar nuestra experiencia de vida en razón de ese sentido. Mucho se ha dicho - no sólo en voz mía- que la conciencia de las cosas no es material suficiente para darles manejo. Este fenómeno acaece también sobre la idea de espíritu: podemos tratar de definirle, ubicarlo en algún lugar, describir sus mecanismos y aclarar sus funciones, pero quedará todavía por decir -si es que se puede- cómo tomarlo, manejarlo, o por lo menos vivirlo. Agradecimientos especiales a Xiomara, G...